sábado, 1 de octubre de 2011

Como el agua y el aceite

La felicidad es interior, no exterior;
por lo tanto, no depende de lo que tenemos,
sino de lo que somos” 
(Henry Van Dyke)


En el proyecto “Como el agua y el aceite”, se intenta hacer ver al espectador como las apariencias engañan. Sí, es más elegante un señor con cochazo, dinero y trajeado, pero, ¿y qué?¿qué más? Tiene el corazón vacío, como el bolsillo de un mendigo.

Se intenta hacer ver al espectador como una apariencia física no es más que una mentira, como cosas simples e indiferentes, incluso feas, ganan valor en el contexto de los días. Los detalles caros son los olvidados, los detalles baratos son los recordados. Esos detalles son los que sobrepasan al material más bruto. La persona rica es la que está llena de pequeñas historias y tiene conversación a compartir,  y no la que está llena de joyas y monedas. 

Frío, calor. La felicidad sólo es real cuando se comparte. Y es que, la riqueza y el espíritu son como el agua y el aceite, nunca se van a poder mezclar. 















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